El riesgo de la neurotecnología en la privacidad y la democracia
El último bastión de la privacidad, el cerebro humano, está en riesgo debido a la neurotecnología de consumo. Estas tecnologías no solo leen la actividad cerebral, sino que también tienen la capacidad de influir en ella, lo que podría potenciar la propagación de desinformación y constituir una amenaza para la democracia.
La neurotecnología ya se utiliza en la medicina, pero su llegada al consumidor es inminente. Ejemplos incluyen productos como el Apple Vision Pro y el reloj inteligente de Meta. A esto se suma el anuncio del Neuralink de Elon Musk sobre implantes cerebrales exitosos, que podrían ofrecer nuevas funciones a personas con parálisis.
La implicación de esta tecnología en la sociedad es preocupante, ya que los datos cerebrales proporcionan una ventana a nuestros pensamientos y emociones más íntimos. Con esa información, es posible ajustar y personalizar contenido para influir en estados emocionales particulares y sesgar las percepciones de los individuos.
Esto intensificará la diseminación de información errónea de una manera que no hemos visto antes. Por ejemplo, las respuestas emocionales a contenido específico en las redes sociales podrían manipular a las plataformas para mostrar más del mismo, creando bucles de retroalimentación basados en datos cerebrales.
La preocupación se extiende a la esfera del derecho y la seguridad. Los expertos señalan que la integridad cognitiva es esencial para proteger la democracia, especialmente con la proximidad de elecciones importantes a nivel mundial. Desafortunadamente, los esfuerzos globales actuales no han logrado abordar adecuadamente los peligros de la desinformación.
Por lo tanto, es crucial establecer protecciones para el uso de la neurotecnología de consumo. Esto incluye definir quién controla los datos y cómo se utilizan. Para mantener la privacidad y seguridad cognitiva, sería prudente que los datos cerebrales permanezcan en el dispositivo y en manos del individuo.
Proponer actualizaciones a los derechos humanos internacionales que consideren la libertad cognitiva y regulaciones estrictas para la neurotecnología es vital. Esto evitará violaciones de la privacidad, conductas discriminatorias y el avance de la desinformación, preservando así la libertad cognitiva y la democracia.
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