¿A la IA o no a la IA? Cómo los chatbots pueden ayudar a revivir el ensayo universitario
La inteligencia artificial (IA) no significa el fin de la escritura estudiantil. De hecho, el tradicional ensayo universitario podría estar a punto de experimentar un renacimiento, siempre y cuando nos tomemos el tiempo para reconsiderar su historia y verdadero propósito.
Es probable que los ensayos ya no se parezcan a los de hace un siglo, pero, honestamente, ¿quién lamentaría la desaparición de un pensamiento tan formulaico que a menudo los caracterizaba?
La IA puede ayudar a los estudiantes universitarios a escribir ensayos. Pero, ¿es eso realmente algo malo? La razón por la que nos preocupa que los estudiantes universitarios no escriban sus propios trabajos en la era de la IA omnipresente es que un ensayo no solo indica que alguien posee conocimiento sobre un tema. Más bien, valoramos la tarea de escribir ensayos como un medio para desarrollar habilidades cruciales en la evaluación de información y la comunicación de ideas.
Desde las primeras notas sobre una pieza de evidencia, pasando por el análisis de otras fuentes escritas, hasta la creación de un plan y, finalmente, la edición y revisión del trabajo, el tiempo que lleva cada una de estas etapas se alinea con nuestra capacidad de generar ideas, evaluarlas y expresarlas. Sin embargo, la IA acelera este proceso, permitiendo que cada etapa se realice en cuestión de segundos. En un sistema educativo que otorga calificaciones al producto final del "ensayo" en lugar de al proceso de pensamiento y escritura, y donde el tiempo de los estudiantes se ve cada vez más limitado por trabajos de medio tiempo y currículos abarrotados, no es sorprendente que lo instantáneo sea atractivo.
Los ensayos no siempre han sido así. Mi área de especialización es la literatura de los siglos XVI y XVII, época en la que se redactaron los primeros "ensayos". El primer escritor en usar este término fue el abogado francés Michel de Montaigne (1533-1592). A lo largo de su vida, escribió 107 obras que recopiló bajo el título de "essais".
El verbo francés "essayer" significa intentar, probar, medir algo, evaluar su valor. La escritura de Montaigne es variada e idiosincrásica, tocando temas que van desde el canibalismo hasta la amistad, desde caballos de guerra hasta la tristeza, la soledad o la embriaguez. Lo que encontramos en su obra es un vaivén entre la experiencia individual y el conocimiento compartido: ¿cómo se compara mi experiencia con lo que otras personas han pensado a lo largo del tiempo?
Este tipo de escritura es a menudo parcial, idiosincrática e individual. Cuando Montaigne reflexiona sobre su propio trabajo de conocimiento, lo considera un proceso continuo que se desarrolla a lo largo del tiempo: inacabado, circunstancial y limitándose a su propia experiencia y al material que está trabajando. Sin embargo, también es un tipo de pensamiento y escritura dispuesto a enfrentar nuevas circunstancias, sin pretender alcanzar un conocimiento y entendimiento universales.
Mi esperanza es que una nueva y vigorosa interpretación sobre lo que un ensayo podría hacer regrese a esta versión del "ensayo": una que sienta menos presión por ser "correcta" (una presión que lleva a atajos) y se enfoque más en probar la comprensión individual sobre un tema, en relación con conocimientos compartidos: cambiantes y efímeros. Estos "ensayos" serían exploratorios en lugar de definitivos, dependiendo de la experiencia en desarrollo del estudiante en lugar de buscar una universalidad.
¿Cómo podría esto funcionar en la práctica?
En mi propia institución, la Universidad de Sydney, hemos estado involucrados en un proyecto para repensar la escritura estudiantil. Alejándonos de las fórmulas del pasado, estamos llevando la práctica de escribir como un proceso de pensamiento nuevamente al aula.
En mi unidad de "Shakespeare", los estudiantes todavía escriben ensayos sobre su obra, pero muchas de sus ideas se generan en clase, en tiempo real, y en respuesta a evidencias que encuentran por primera vez en ese entorno. Luego pueden llevarse su escritura y reevaluarla, asegurando que la individualidad y la idiosincrasia estén en el corazón de su trabajo. Y, como docente, tengo la oportunidad de mostrarles cuánto valoro más el "proceso" que el "producto".
Además, el uso crítico de la IA también tiene un lugar: una habilidad vital que debemos desarrollar en nuestros estudiantes. Uno de los conceptos que he notado que mis estudiantes luchan es en identificar si Shakespeare utiliza una palabra de manera metafórica o no. Como respuesta, he estado desarrollando un chatbot en la plataforma de IA de la universidad que les permite trabajar en esto. No les brinda una respuesta fácil de "sí" o "no", sino que interactúa con sus ejemplos de una manera que desarrolla su comprensión sobre cómo funciona el lenguaje de Shakespeare.
Fomentando una nueva comprensión del ensayo
Al igual que muchos de mis colegas, ayudo a los estudiantes a ver cómo las herramientas de IA pueden ser usadas para generar ideas (identificar fuentes, resumir conceptos clave) en lugar de ser simplemente una herramienta para imitar el trabajo que deseamos que realicen.
La solución al problema del ensayo estudiantil en la era de la IA es abrazar sus motivaciones originales. Al igual que Montaigne, queremos ver a los estudiantes pensar a través de sus ideas individuales y ponerlas a prueba contra el conocimiento compartido.
También necesitamos ralentizar el proceso. Si nos preocupa la rapidez con la que la IA generativa puede ofrecer atajos, debemos descomponer el "ensayo" en algo más fragmentario, que se realice en etapas deliberadas y que no busque apresurarse a conclusiones baratas.
IA, ensayo, educación